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El testamento del Marqués de Sade... Jean Benoit... F.Arrabal





























El testamento del Marqués de Sade

Jean Benoit era casi un desconocido como todos nosotros. Y también “El mayor pintor de su tiempo” según el creador del movimiento surrealista André Breton. Opinión que comparte Philippe Dagen en el parisiense Le Monde.

Alejandro Jodorowsky me dice, cuando se entera de la ocultación definitiva de Jean Benoit: "Otro pedazo de nuestro espejismo personal que se nos va".
JB nos había pedido a los dos que a nuestra muerte, le regaláramos nuestros huesos para hacer una escultura. Hubiera sido tan alucinante como su “El buldog de Maldoror”. Había realizado este perro con los guantes de piel de las mujeres que le electrizaron… hasta, desmemoriado y casi nonagenario, en su agonía.
[…Jean Benoit: "mi" decorador de la obra "Primera Comunión " y del « Necrófilo »…].
Los tres vivimos en el grupo surrealista, nuestros delirios y nuestros enigmas, haciendo novillos con las vacas sagradas.
Hubo que esperar siglo y medio, después de la muerte del Marqués para que, gracias a Jean Benoit, se celebrara la «Exécution du testament de Sade ». Fue su obra maestra y la más ardiente ceremonia del surrealismo.
Sucedió el 3 de diciembre de 1959 en el domicilio de la poetisa Joyce Mansour y del constructor de aviones Dassault.
A las diez de la noche se celebró el ritual. Incluso los expulsados del grupo fueron invitados. Julien Gracq apareció por primera y última vez en un salón. André Pieyre de Mandiargues vivía una de sus ruptura/reconciliación con Bona. Jacques Herold era ya el Maltraité de peinture. Pero Octavio Paz todavía no era embajador. Ni premio Nobel.
La ceremonia comenzó con una desconcertante apertura. “Modernísima”. Ruidos callejeros. Frases sadeanas. Nada sádicas. Ruido ensordecedor. Túnel o volcán.
Entró Jean Benoit. Deslumbrante. [Con el traje que está hoy en mi antro. Africano. Tres metros de altura. Según me dijo “representa la transferencia simbólica de la tumba del marqués de Sade”. ]
Breton leyó cinco de los puntos del testamento del Marqués. Solemne. Con autoridad. Y un encanto de ardilla de Goliat.
Joyce presidía, pues era su casa, pero sin presidir nada. ¿Como la saltarina egipcia que fue adolescente?
Benoit se desprendió de las piezas de su atuendo. ¿Se iba a quedar desnudo? Las detalló. Una tras otra. Realzando cada una por su maravilloso acento canadiense. Estaba más bello que nunca.
Mimi Parent, su compañera, descollaba. Maîtresse. Pendiente de todo.
Los elementos del traje (¿o debo decir del uniforme? ¿ o del atavío? ¿ o del hábito?) se amontonaron en el suelo. Sabia ¿o automáticamente como lo exige el primer manifiesto? Era un monumento extraño. ¿Significativo?
Benoit pareció que iba a levitar. Como un místico. Su falo ¿también místico? siguió el ritmo del texto. Era evidente que el sexo de J.B. estaba encerrado en la gran funda de madera esculpida hincada en su entrepierna.
Jean Benoit se inspiró con tanta aplicación en el texto que su falo (más bien su funda) se alzaba como es debido. Cuando se esperaba. Y, sin embargo, ante el asombro de todos. Erección que sucedía en los momentos de lectura más apasionada. Breton, según algún malhablado, habría comentado a Joyce Mansour:
- Es extraordinario Jean Benoit, no sólo es el gran pintor visionario de hoy, sino que además se le pone tiesa cuando quiere.
Deslumbrado, André Breton no distinguió el hilo de nylon atado a un dedo de Benoit. Cinta que gobernaba los desplazamientos altaneros de su falo-funda.
Benoit se dirigió a la chimenea. Cogió en su mano un hierro para marcar reses. Instrumento que había preparado como si se tratara de un repujado. Meticulosamente. Con el mismo rigor con que había preparado las cuatro letras S A D E del hierro. Y en el momento álgido se marcó con fuego. La palabra “Sade”. A la altura del corazón.
El pintor chileno Roberto Matta, conmovido, se precipitó para coger el hierro. Ipso facto se marcó sobre la piel el mismo nombre.
Durante un año Benoit, absorto por el entusiasmo, había realizado su hierro de marcar corazones. Tan enfrascado por su labor y su proyecto no comprendió que al marcarse “SADE”, quedó escrito “EDAS”. Poco antes de ocultarse encontró, una vez más, un argumento pánico:
-Llevo en el pecho el nombre del divino Marqués. Pero solamente yo puedo verlo. Frente a un espejo.
Ben Durant me avisa : « … salida con alas y entre sueños de su ex-cómplice… »… cómplice tan juvenil en sus frenesís y sus pasiones.
¿Cómo podremos vivir sin él ? Vamos a seguir bailando por él [... lo repito, pobre de mí, con mis huesos...]. ¡Viva Jean Benoit!

F.Arrabal, París, 15 del mes Falo del año 138 de la Era ’Patafísica, Muerte de Dionysos, superdotado [29-VIII-MMX (‘vulgaris’) ]